Blog de Celia Mtz.

jueves, 3 de mayo de 2012

Minutero.




Eran las 03:45 y seguía con el paraguas abierto de par en par, mis piernas eran el claro reflejo del agotamiento sufrido, pero no podía decir que no a uno más.
Después de no mucho convencerme, dije que sí, pero que ahora me tocaba a mí poner condiciones.
El silencio se comió la madrugada y tú, a mí a besos.
Hago una pausa, el capuccino se me enfría, perdón.
Entre besos y alguna que otra caricia nos convertimos en roce con derecho a amigos.
Intenté parar y decir que no era necesario todo aquello para… pero insistías y en aquel momento no estaba para ponerme demasiado digna.
Culminé en un abrazo, éste hizo que la condición de no querernos más de 6 días y 7 noches quedara reducida a cenizas, las de la última chimenea de aquel campo abandonado.
En un principio quise comprarte, que fueras una posesión, solo para mí, pero, pronto me di cuenta que no eras más que un alquiler, barato, viejo y usado.
Difícil sería que alguien te quisiera ahora, como cambian las cosas.
Tatúame el sabor del último Ron, que el resto lo hago yo, cielo.
Sigo diciendo que no hay nada mejor que dormir sobre una conciencia limpia, y creo, solo creo, que tengo insomnio.

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