Blog de Celia Mtz.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Survive.

En esta historia la única protagonista no era ella, su príncipe variaba según las ganas, tenía lo que quería. El mundo reía con ella a su paso. Uno de los sapos que probó fue causado por varios picos, nunca probéis nada en mal estado, me aconsejó un día. Necesitaba a diario una dosis de cariño, la recibía en cómodos plazos, le costaba tanto pedirla como dormir de lado. Aceptaba a las personas según el calzado que llevaran y apreciaba sólo a aquellos que no mostraban interés por caerle bien. Era tan puta como la vida y en ocasiones tan mala que dolía.
Se quería tanto a si misma que en ocasiones se olvidaba de que el mundo no fue creado solo para adorar su vana existencia. La avaricia le jugó una mala pasada en más de una ocasión, pero supo salir airosa de cada situación.
Mataba por un poco de polvo y odiaba la limpieza. Adoraba cada una de las notas que salían de su mesa de mezclas y agradecía a un Dios en el que no creía, el poder seguir viva un día más.
Le dolía tanto la mentira, que tuvo que acabar con él último que la engaño, se excusó diciendo que fue una mera cuestión de principios.
De cada poro de su piel emanaba alegría desmedida, tras varias copas dejaba de lado la vergüenza, dando rienda suelta a toda locura imaginable.
Le ponía cualquier atrocidad que saliera de su boca, él conseguía domarla cual yegua y eso le gustaba aun mas. Lo miraba de reojo azotando la última gota de Ginebra que había en aquella copa de cristal. Acto seguido lo besaba y disimulaba por si cualquier otro de sus amantes se había percatado de su mala actuación.
Era la loba madre al cuidar a sus amigas, aullaba tan solo para enseñar los dientes.
Se hacía la misma promesa cada vez que salía y pedía perdón cada amanecer por incumplirla. Bebía de la botella para evitar intermediarios, comía con las manos para no perder la costumbre y bailaba desnuda para que la música la penetrase.
Solía demostrar su perspicacia cuando los demás bajaban la guardia, le complacía cualquier beso robado, aunque en ocasiones regalase más de los necesarios.
Sus últimos años se habían convertido en una trilogía erótica digna de plasmar en cualquier libro.
Varias mañanas se repitió que sería la última vez, pero tuvo que enmendar sus errores cometiendolos de nuevo.
Escuchaba Aoki de fondo mientras su cuerpo dinamitaba cual pólvora.
Cambia de opinión cada 3 segundos y ama cualquier objeto que refleje la altivez de su mirada.
Su vida es muy cuestionable, pero, eso sí, es solamente suya.

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