Blog de Celia Mtz.

jueves, 8 de marzo de 2012

Llámame sin ll.

Hoy es uno de esos días en los que nada, por muy malo que sea, molesta.
Tengo ganas de que tengas ganas para quitarnos las ganas con ganas, leía tranquila en aquella nota.
Buenos momentos, siempre los hubo y los habrá, cielo.
Él es de esas personas que jamás querrías en tu vida pero que de manera extraña y casi obsesiva no puedes apartar. Lo sabe y juega con ventaja. Me limito a esperar su próxima jugada para preparar, lo que siempre creo, el plan definitivo. Rara vez compruebo su eficacia.
Es un día especial, al menos yo lo recuerdo como diferente.
Hay luna llena y es tan redonda como tus ojos, esos que en cualquier noche alumbraban tanto y a la vez tan poco.
Tenemos la mala costumbre de acostumbrarnos a la compañía que no merecemos.
A veces es tranquila y adorable como una gatita y otras, es tan dañina como la peor de las víboras. Para que engañar, la adoras.
Me encanta sentir el agua caer, placer inmenso solo comparable a las noches que pasé abrazadas a tu espalda.
Normalmente odio cualquier tipo de sentimentalismo pero, hoy, me gusta hasta el anuncio de “Amor amor”.
Con diecinueve años y desde la habitación diecinueve he de decir que las personas no cambian a diferencia de lo que todos creemos. De ilusiones se vive. Alcancemos el umbral de rentabilidad.
Estoy completamente segura de que el mundo termina en 2012, por este motivo no puedo dejar de disfrutar como lo estoy haciendo. Deberíais hacer lo mismo. Es tan solo un consejo.
Me miras con una soberbia inquietante y con media sonrisa falsa preguntas si me gustas, tú, ¿gustarme a mí? Vale, sí, me gustas.
La película ha terminado y el final era el esperado, para no variar.






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