He vuelto a
decirte como una perra arrastrada que si nos fumamos un piti a medias y has
puesto la excusa más tonta del mundo.
Está
decidido. No me apetece más beber a tu lado, ya sabes a que me refiero, dudo
que alguien más que tú se dé cuenta lo que es, pero por si acaso, queda
escrito.
Muchas
noches a tu lado, muchos besos malgastados. Me gustaba tomar una pizza a las
seis, cuando llegábamos de bailar. Me gustaba hacerla, elegir los ingredientes,
todos los presentes en aquella habitación sabían que lo único que me gustaba de
aquella masa eras tú.
Suena ilógico
contrastarte con aquello, pero me encantan las comparaciones a diferencia de ese
odioso refrán. A día de hoy puedo y mucho, demasiado en ocasiones.
Estoy sentada
en el sofá mirando las 3 tazas, los mil libros y tu foto. La radio suena en el
piso de abajo. Al contrario de lo que debería, me relaja como nunca antes lo había
hecho.
Miro a los
lados buscando un pañuelo, al encontrarlo vuelve la felicidad. Ahí es cuando me
doy cuenta de que si con pequeñeces como la de ahora estoy dichosa, no tuviste
que dejar el listón demasiado alto, campeón.
Las flores del mantel de la última comida han
comenzado a marchitarse, pero con las gotas de lluvia del cristal de las que
una vez os hable, empiezan a darle vida a tanto capullo seco.
Son tiempos
violentos para el amor. Vuelve mi faceta soñadora, la que vive sin
preocupaciones creyendo que con dos cables y un chicle puede arreglar todo. Lo mejor
de todo es que en muchas ocasiones me ha sobrado uno de los cables, eso si
después de elegir en dos segundos que color seria más apropiado para mí. Sin pensar
en nada mas suelo decantarme por el verde, lo malo es que solo me dan a escoger
entre rojo y azul. Ahí es cuando empiezan los problemas. Me salgo del plan
establecido y vuelvo a las andadas.
A jugar
sola o acompañada, eso sí, siempre de ellas. Demasiados frentes abiertos, pero
como me dijo alguien especial, en tiempo de guerra cualquier agujero es
trinchera. No hay que tomarlo por el mal sentido, sino que a veces necesitamos
tener a alguien que nos haga reír para olvidar todo lo que otro nos hizo
llorar.
Cada vez
que sale el anuncio de chocolates Valor, vuelves a aparecer en mi cabeza, no
porque recuerde si te gusta el chocolate. Sinceramente nunca me lo has dicho o
no te he tomado demasiada atención. Sino por eso de placer adulto. Eso si lo he
comprobado con creces.
Me encantan
los colores, mezclarlos, lo sabes bien. Yo estaba roja por lo verde, tú morao por
lo blanco.
Supongo que
ayer fue el punto y final, después de tantas comas, tantos puntos suspensivos. Estoy
harta de signos contigo. Has agotado mi paciencia.
Nunca fue
mi estilo quitarme el sombrero con personas con las que no me quitaría el
sujetador.
Hasta aquí puedo
leer.
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