Hace demasiado frío fuera, demasiado, pero el calor de dentro quema como nunca antes lo había hecho, me gustaba sentir la hierba junto a mis dedos descalzos, normalmente precisaba de tu compañía, mala costumbre la mía.
Recuerdo, aunque vagamente, la que vez que pintábamos sin saber que nuestra felicidad duraría lo que un bote de spray. Eso creyó ella, pero se equivocó, duró mucho más que eso, fue intenso, real, fue maravilloso, pero como nunca nadie pudo tapar el sol con un dedo, dejo de verse, su olor cada vez era más fino y, por momentos, inexistente.
Ella se dejaba llevar por sensaciones, quizás el sabor de una fresa marcase de nuevo el rumbo de su vida, quien sabe… Era impredecible y bastante loca. Su vergüenza quedaba sumergida en el último hielo de aquel Ron añejo. Cuando quedaba.
Mientras tanto seguía conociendo más, más y más bocas, se pueden probar pero solo serás feliz si aun no tienes grabado el sabor de aquel último beso.
Fue especial, diferente, fue el último, porque sí es cierto que para todo hay una primera y una última vez. Las malas lenguas dicen que la primera vez es la más dolorosa pero creo que se equivocan, no hay nada peor que saber que nunca más podrás tener lo que un día tanto disfrutaste.
De lejos se escucha un piano, se calma, me calmo, nos calmamos. ¿Merece la pena?
Está decidido, quiero una tregua, esta melodía me ha hecho pensar, quiero volver a pintar, quiero volver a conducir de espaldas, quiero volver a llorar al hacer el amor, quiero volver a tomar un café escuchando las historias de mi abuela, esas que si algún día se me permite contare a los míos.
Esta maleta va a terminar conmigo, de momento he metido seis pares de besos, dos abrazos y una bufanda negra, sé que a ti te gustan mucho.
No quiero agradarte solo intento que nos llevemos bien el tiempo que nos queda, a ser posible toda la vida, pero solo si tu quieres.
Los zapatos no me caben aunque siempre me ha gustado sentirme libre, sin más ataduras que las de tus manos, no conozco mejor condena que esa.
No me escondo de nadie nunca. Ven a por mí.
Ojalá, y digo ojalá, porque espero que no me pilles aquí esperando cuando vuelvas, espero no estarlo.
Supongo que ya habré cogido mi tren, pero hay un problema de nuevo, joder, no hay horarios ni billete, mi destino se marca con decisiones, el tuyo supongo que también.
Pero, ¿estás preparado para decidir?
Recuerdo, aunque vagamente, la que vez que pintábamos sin saber que nuestra felicidad duraría lo que un bote de spray. Eso creyó ella, pero se equivocó, duró mucho más que eso, fue intenso, real, fue maravilloso, pero como nunca nadie pudo tapar el sol con un dedo, dejo de verse, su olor cada vez era más fino y, por momentos, inexistente.
Ella se dejaba llevar por sensaciones, quizás el sabor de una fresa marcase de nuevo el rumbo de su vida, quien sabe… Era impredecible y bastante loca. Su vergüenza quedaba sumergida en el último hielo de aquel Ron añejo. Cuando quedaba.
Mientras tanto seguía conociendo más, más y más bocas, se pueden probar pero solo serás feliz si aun no tienes grabado el sabor de aquel último beso.
Fue especial, diferente, fue el último, porque sí es cierto que para todo hay una primera y una última vez. Las malas lenguas dicen que la primera vez es la más dolorosa pero creo que se equivocan, no hay nada peor que saber que nunca más podrás tener lo que un día tanto disfrutaste.
De lejos se escucha un piano, se calma, me calmo, nos calmamos. ¿Merece la pena?
Está decidido, quiero una tregua, esta melodía me ha hecho pensar, quiero volver a pintar, quiero volver a conducir de espaldas, quiero volver a llorar al hacer el amor, quiero volver a tomar un café escuchando las historias de mi abuela, esas que si algún día se me permite contare a los míos.
Esta maleta va a terminar conmigo, de momento he metido seis pares de besos, dos abrazos y una bufanda negra, sé que a ti te gustan mucho.
No quiero agradarte solo intento que nos llevemos bien el tiempo que nos queda, a ser posible toda la vida, pero solo si tu quieres.
Los zapatos no me caben aunque siempre me ha gustado sentirme libre, sin más ataduras que las de tus manos, no conozco mejor condena que esa.
No me escondo de nadie nunca. Ven a por mí.
Ojalá, y digo ojalá, porque espero que no me pilles aquí esperando cuando vuelvas, espero no estarlo.
Supongo que ya habré cogido mi tren, pero hay un problema de nuevo, joder, no hay horarios ni billete, mi destino se marca con decisiones, el tuyo supongo que también.
Pero, ¿estás preparado para decidir?
No hay comentarios:
Publicar un comentario